Interpretar con Justicia: Nuestro Rol en la Narrativa del Patrimonio
- Comite Editorial I-PAL
- 30 abr
- 5 Min. de lectura
¿Qué voces cuentan? ¿Qué paisajes hablan? ¿Qué memorias han quedado al margen de nuestras narraciones interpretativas?
Si usted lleva tiempo ejerciendo la interpretación del patrimonio, sabrá que su labor no consiste simplemente en transmitir información. Usted no es solo un facilitador de datos, sino un "tejedor de significados". Cada palabra que elige, cada historia que destaca y cada conexión que propone, moldea la forma en que las personas comprenden el patrimonio… y también cómo lo valoran.
En este contexto, Interpretar con Justicia no es un concepto abstracto ni un añadido moderno: es una brújula ética que le invita a examinar con honestidad y profundidad el impacto de su trabajo. No se trata únicamente de ser más inclusivo; se trata de buscar que todas las memorias —humanas y naturales— tengan el espacio y la dignidad que merecen.
Compromiso ético con la diversidad
Interpretar con justicia es comprender que el patrimonio está cargado de significados, y muchas veces también de silencios. Desde los relatos oficiales que exaltan hitos nacionales, hasta los paisajes donde persisten cicatrices ambientales, por lo que cada elemento interpretado puede reforzar o desafiar las narrativas dominantes.
Interpretar con justicia requiere asumir que el patrimonio, tal como lo conocemos y transmitimos hoy, no es una herencia automática o instantánea. Su definición, selección y presentación están profundamente influenciadas por contextos históricos, decisiones institucionales y valores sociales que han ido cambiando con el tiempo.
En otras palabras, lo que consideramos “digno de ser interpretado” responde a procesos humanos: a elecciones hechas por personas, en determinados momentos, bajo ciertos criterios. Y en esos procesos, algunas historias han ganado visibilidad, mientras que otras han quedado al margen.

Entender el contexto detrás del patrimonio
Autores como Laurajane Smith (2006), Rodney Harrison (2013) y William Logan (2012) han señalado que tanto el patrimonio cultural como el natural están cargados de significados que cambian con el tiempo. Lo patrimonial no es solo “lo que quedó del pasado”, sino aquello que la sociedad —a través de instituciones, comunidades, o incluso dinámicas turísticas— ha elegido valorar, proteger y contar. Por ende, interpretar el patrimonio exige consciencia, sensibilidad y compromiso con una justicia patrimonial que dé cabida a todas las voces, incluso (y especialmente) a aquellas que han sido históricamente marginadas.
Reconocer esto no significa poner en duda el valor del patrimonio, sino justamente reforzar su riqueza: entender que se resignifica constantemente, y que puede —y debe— ser interpretado de forma más amplia y, sobre todo, participativa.
I. Interpretar con justicia: principios y tensiones
Todo elemento patrimonial —sea un sitio arqueológico, un bosque o un museo— conlleva significados. Algunos exaltan hitos nacionales; otros reflejan cicatrices sociales o ambientales. Ignorar esto es perpetuar narrativas dominantes sin espacio para el cuestionamiento.
Interpretar con justicia implica:
Ampliar el espectro de voces y memorias representadas.
Narrar tanto logros como heridas del pasado.
Evitar relatos simplificados que polaricen.
Buscar un balance entre honestidad histórica y responsabilidad social.
Ejemplo: En un sitio conmemorativo de una dictadura, incluir no solo el relato de represión, sino también el proceso de memoria, verdad y justicia posterior.
Interpretar ≠ tomar partido
Interpretar con justicia no significa imponer una visión. Al contrario, se trata de crear espacios para el pensamiento y la empatía. Es más bien un dialogo, donde múltiples verdades puedan coexistir sin necesidad de confrontarse.

II. Ampliando el lente: patrimonio cultural, patrimonio natural
Durante años, muchas prácticas "interpretativas" se han centrado en el patrimonio material-cultural: monumentos, objetos, fechas. Pero cada vez resulta más evidente que este enfoque resulta limitado. El patrimonio no se expresa solo en piedra o en documentos antiguos, sino también en paisajes vivos, en ecosistemas que conservan saberes y en territorios cargados de memoria colectiva.
Usted, como intérprete experimentado, lo ha visto: hay sitios donde la cultura, historia y la naturaleza se entrelazan de forma inseparable. Lugares donde no se puede hablar de cultura sin hablar del entorno, ni del entorno sin considerar las formas culturales que lo habitan. La justicia patrimonial le invita a asumir este desafío con compromiso: integrar ambas dimensiones en sus narrativas.
La UNESCO reconoce la interrelación entre el patrimonio cultural y natural, destacando que ambos constituyen una fuente irremplazable de vida e inspiración para las generaciones presentes y futuras. Esta visión integral se refleja en la categoría de “paisajes culturales”, definidos como “obras combinadas de la naturaleza y del hombre”, que ilustran la evolución de la sociedad humana y el asentamiento a lo largo del tiempo, bajo la influencia de las limitaciones físicas y las oportunidades presentadas por su entorno natural.
Implicaciones:
Articular procesos ecológicos con memorias humanas.
Reconocer la dimensión simbólica y espiritual de la naturaleza.
Integrar enfoques interdisciplinares (ecología, historia oral, antropología...).
Ejemplo: Un bosque puede ser simultáneamente un ecosistema biodiverso y un espacio sagrado de una comunidad indígena. Ignorar una de estas dimensiones es reducir su significado.
III. Narrativas complejas sin polarizar
Uno de los mayores retos éticos es cómo narrar memorias difíciles —colonialismo, desplazamientos, genocidios, desastres ambientales— sin generar rechazo o culpabilización.
La clave no es evitar estos temas, sino:
Presentarlos con sensibilidad y contexto.
Integrar diversas perspectivas (víctimas, actores institucionales, comunidad actual).
Mostrar procesos de resiliencia, transformación y reconciliación.
Ejemplo: En un sitio donde hubo violencia extractiva, no se trata solo de condenar el pasado, sino de mostrar también cómo las comunidades han reorganizado sus formas de vida frente a la devastación.
IV. Hacia una práctica profesional más justa
Interpretar con justicia es una práctica continua, que se actualiza y se afina con el tiempo. Requiere reflexión, colaboración e innovación en todos los niveles.
Diseño de narrativas inclusivas: Incorpore voces históricamente excluidas: mujeres, pueblos originarios, afrodescendientes, campesinos, migrantes. No hay una sola version de los hechos: hay muchas verdades que deben dialogar.
Diálogo de saberes: Valore los saberes locales. Las comunidades han generado conocimiento ambiental y cultural por generaciones. Un enfoque dialógico enriquece las narrativas y legitima el proceso interpretativo.
Trabajo colaborativo: Involucre activamente a las comunidades en la construcción del relato. No basta con “consultar”: la participación debe ser vinculante y significativa.
Evaluación continua: Revise periódicamente los contenidos.
Pregúntese:
¿A quién sirve esta narrativa?
¿A quién deja fuera?
¿Fomenta comprensión o reproduce tensiones?
V. Desafíos frecuentes (y cómo abordarlos)
Conflictos entre narrativas: Facilite el diálogo, no la imposición. El patrimonio no es unívoco: es un terreno en disputa que debe abordarse con apertura.
Presión del turismo: Evite caer en narrativas “amables” que oculten lo incómodo. Un público informado valora la autenticidad y la honestidad.
Escasez de fuentes: !No se conforme con lo disponible! Investigue activamente, consulte archivos locales, investigadores, habitantes y guías comunitarios. La justicia patrimonial se construye, no se improvisa.

Interpretar con justicia no es una opción ideológica. Es parte esencial de la ética profesional de quien trabaja con el patrimonio. Significa reconocer la diversidad, integrar lo cultural y lo natural, visibilizar tanto las luces como las sombras de la historia, y ofrecer relatos completos, honestos y respetuosos.
Porque, al final del día, nuestra tarea como intérpretes no es solo informar: es cultivar la empatía, el diálogo y el entendimiento mutuo. En tiempos de complejidad, necesitamos brújulas éticas más que certezas absolutas.
Referencias
Harrison, R. (2013). Heritage: Critical Approaches. London: Routledge.
Logan, W. (2012). Cultural Diversity, Cultural Heritage and Human Rights: Towards Heritage Justice. International Journal of Heritage Studies, 18(3), 231–244.
Smith, L. (2006). Uses of Heritage. London: Routledge.
UNESCO (s.f.). Cultural Landscapes. Disponible en: https://whc.unesco.org/en/culturallandscape/
Waterton, E. & Smith, L. (2010). The Recognition and Misrecognition of Community Heritage. International Journal of Heritage Studies, 16(1–2), 4–15.
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